… o por qué las personas adolescentes viven el tiempo a su manera.
Quizá has llegado aquí creyendo que voy a hablarte de que el futuro para las personas adolescentes de hoy en día no pinta muy bien. Pero lo cierto es que en la adolescencia el futuro no existe. El tiempo no existe.
Todos esos conceptos son aún extraños e incómodos intrusos que se ocupan de interferir en los momentos de felicidad. Porque en la adolescencia el tiempo no se mide con el reloj, sino con la gratificación que provoca cada experiencia.
Las personas adolescentes experimentan muchos cambios y procesos complejos en su cuerpo y en su cerebro durante esta etapa. Mientras lo hacen, se ven obligadas a atender las exigencias del mundo adulto en relación con la gestión del tiempo, o con la toma de decisiones relacionadas con su futuro, cuando aún no pueden asimilar cierto tipo de conceptos abstractos, por importantes que estos sean.
Así que, es habitual y natural que las adolescentes pasen de esos conceptos y también que las personas adultas nos obsesionemos con transmitir su importancia, porque somos muy conscientes de que la tienen.
En lugar de desesperarnos porque pasen de ciertos mensajes que les damos, resulta mucho más útil que nos ocupemos de brindarles oportunidades de integrar los aprendizajes necesarios para que un día puedan comprenderlos.
Debemos generar oportunidades que permitan a las personas adolescentes desarrollar la capacidad de gestionar su tiempo y construir día a día un futuro que las motive y las provea de todo lo necesario para vivir.
«En la adolescencia el tiempo se mide en función de la satisfacción que provoca cada actividad».
Y si en la adolescencia el tiempo se mide según la gratificación que supone cada actividad, ¿qué mejor manera de generar aprendizaje que a través de experiencias gratificantes? Es más útil transmitirle a la persona adolescente lo positivo de cada situación que enfocarse en lo negativo.
Es decir, podemos transmitirle que es útil escoger bien una carrera profesional poniendo el acento en lo que puede ganar si lo hace más que en lo que puede perder si no lo hace. Podemos mostrarle la libertad que supone ser independiente económicamente. Podemos transmitirle la alegría que supone dedicarse a algo que sea motivador y apasionante para ella y que además le permita sostenerse económicamente.
Podemos transmitirlo de muchas maneras utilizando toda la creatividad que poseamos. Podemos rodearla de personas interesantes que hayan desarrollado carreras profesionales satisfactorias, si nos preocupa que no esté atendiendo adecuadamente su trayectoria académica o que no muestre intereses relacionados con su futuro profesional.
Podemos integrar en su cotidianeidad pequeñas rutinas que generen hábitos para el control del tiempo, para que aprenda a organizar sus actividades, sus momentos de ocio con sus amistades y también sus tareas académicas. Y podemos hacer todo eso sin necesidad de hablar sobre el tema. Sin necesidad de dar discursos. Sin necesidad de discutir.
Todas sabemos lo incómodo que puede llegar a resultar dedicarse a algo que no nos motiva solo porque necesitamos sobrevivir económicamente, o podemos imaginar lo difícil que puede llegar a ser organizarse en una sociedad regida por el reloj. No les deseemos eso a las personas adolescentes de nuestras vidas. Planteando acciones concretas en su día a día para que aprendan a gestionar su tiempo les daremos herramientas útiles para que se proyecten al mejor futuro que puedan tener desde el respeto al presente.
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