La adolescencia es irreflexiva…

… o por qué las personas adolescentes son capaces de hacer lo primero que les pasa por la cabeza y, a la vez, preocuparse por pequeños detalles de forma desproporcionada.

Las personas adultas solemos confundir la impulsividad con hacer lo primero que se pasa por la cabeza. La impulsividad adolescente, como todo lo que sucede en este momento, es fruto de un complejo conjunto de cambios que experimenta el cerebro durante esta etapa del ciclo vital. Estos cambios son necesarios para que las personas adolescentes se desarrollen de forma adecuada y puedan alcanzar la vida adulta, y es importante entender que no tienen ningún control sobre ellos. Ninguno. 

Es esencial comprender y asumir esto para no responsabilizarlas por ello. Están creciendo y en este momento de su vida deben actuar como actúan. Penalizarlas o juzgarlas por ser impulsivas es como penalizar o juzgar a una bebé que se cae mientras intenta levantarse porque está aprendiendo a andar. El mejor signo de que las adolescentes se están desarrollando adecuadamente es que se den las conductas que deben darse en esta etapa.

La impulsividad en la adolescencia es resultado de la poca distancia que existe entre el impulso y su ejecución. Las personas adolescentes no disponen todavía de un tiempo adecuado para reflexionar entre que sienten el impulso y reaccionan, y por ese motivo nos parecen impulsivas, nos parece que hacen lo primero que se les pasa por la cabeza. Puedes leer más sobre esto aquí. Pero lo cierto es que las personas adolescentes piensan minuciosamente en todo lo que les puede suceder y son capaces de desglosar y descomponer cada situación en millones de detalles que tienen para ellas una gran importancia.  

Piensa un momento en tu adolescencia. ¿Recuerdas algún día en el que habías quedado con tus amistades y sabías que iba a estar la persona que te gustaba? ¿Recuerdas si imaginaste esa situación antes de que se produjese?  Piensa en todo el tiempo que destinaste a pensar dónde os encontraríais, qué haríais, como irías vestida, como te peinarías, si habría música, qué tipo de música, cómo se acercaría a ti o cómo te acercarías a ella, qué le dirías, qué te diría, quién habría alrededor, cómo os quedaríais solas… y un sinfín de detalles que tenían por objetivo encuadrar la situación deseada a la perfección. 

«La elevada autoconsciencia en la adolescencia hace que  los detalles que tienen que ver con su proyección social adquieran una gran importancia».

Bien, las personas adolescentes están haciendo eso todo el tiempo. Lo hacen con todo lo que proyectan. Exámenes, quedadas con amistades, reuniones familiares… hasta la cosa más tonta, como ir a comprar el pan, se convierte en una oportunidad para que suceda cualquier cosa emocionante en sus vidas. Quién sabe si conocerán a su futuro “crush” (hay que ir actualizando periódicamente el diccionario de términos adolescentes) o a su mejor amiga forever. Quién sabe quién va a estar observándolas. Así que se preocupan de vestirse y peinarse exactamente como quieren proyectarse en ese momento, aunque la actividad que vayan a realizar sea tan poco emocionante como comprar el pan. Si una adolescente tiene un pelo fuera de sitio y no se lo comentas, puede resultar para ella un desastre monumental. Ese pelo fuera de sitio significa que alguien ha podido verla de esa guisa terrible y quizá haya perdido la oportunidad de ser o conocer a alguien genial y vivir cosas maravillosas. Las adolescentes tienen un gran nivel de autoconsciencia que genera que estén atentas a esos detalles sobre su imagen. Por eso se hacen fotos constantemente, por ejemplo. 

En la adolescencia, todo lo referente a la identidad y las amistades es muy importante. Todo lo que pueda proyectarlas de forma concreta hacia el mundo es vital y lo desarrollan en su mente hasta la extenuación. Se imaginan constantemente en sus diferentes situaciones próximas con todo detalle. Si queremos acompañarlas bien e integrar esta característica adolescente debemos estar atentas, aprender a estar junto a ellas a una distancia suficiente, a escucharlas y a leer sus conductas. 

Aunque en este periodo se alejen y empiecen a construir su vida tomando sus propias decisiones, nos necesitan mucho. Necesitan un lugar al que volver para elaborar todo lo que les pasa y las personas adultas somos ese lugar. Nosotras somos un elemento indispensable en su desarrollo y una gran fuente de apoyo para integrar las consecuencias de las malas experiencias. Estando ahí cuando nos necesiten las ayudaremos a vivir una adolescencia valiosa que servirá de referencia a una vida adulta lo más satisfactoria posible. Con el método del Acompañamiento Prudente puedes acompañarlas para que así sea. 

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