La adolescencia es arriesgada…

…o por qué la adolescencia necesita experimentar con situaciones peligrosas.

No sé si te pasa, pero últimamente estoy viendo series relacionadas con la adolescencia como Euphoria, Por trece razones o Élite. Desde mi mirada profesional te puedo decir que, aunque son buenas series, ninguna de ellas representa al 100% la adolescencia, en toda su complejidad. Te las recomiendo porque explican algunas adolescencias de forma interesante, pero ni de lejos todas. 

La industria audiovisual no parece muy consciente de lo que implica ser un altavoz tan potente cuando se escriben, producen y emiten series de esas características. En la serie Por trece razones se vieron obligadas a incluir un mensaje de aviso por la oleada de suicidios a raíz de la emisión de su primera temporada.

Viendo esas series puedes creer que las adolescencias de hoy en día están todas marcadas únicamente por el sexo, la desesperación, las drogas y la ambición. Que ser adolescente es terrible actualmente. Que, como personas adultas, debemos proteger a las personas adolescentes de un mundo tan terrible.

Pero lo cierto es que ni la adolescencia es un estereotipo ni nosotras somos las superheroínas que salvaremos a las indefensas y asustadas adolescentes de nuestras vidas de cometer errores terribles.

La adolescencia es un periodo realmente sensible a las influencias del entorno. Aunque a veces nos parezca que nada de lo que les digamos les hace mella, no es así. Nosotras formamos parte de su entorno, y somos muy importantes para ellas. Aunque quien realmente ejerce una influencia crucial en esta etapa son sus amistades.

El cerebro adolescente entiende el riesgo y conoce las consecuencias de ciertas situaciones o conductas, pero la presión de grupo hace que se arriesgue a pesar de ello.

«A las personas adolescentes les afecta más lo que puedan pensar sus amistades que las consecuencias de las situaciones arriesgadas a las que se exponen y no pueden hacer nada por evitarlo».

Es cierto que en la adolescencia los riesgos son muchos: abandono escolar, ciberpeligros, consumo de drogas, delincuencia, embarazo no planificado, enfermedades de transmisión sexual, muerte o lesión grave causada por accidente, exclusión social, psicopatologías (adicciones, trastornos alimentarios, depresión, etc.), suicidio y/o autolesiones, terrorismo, violencias…

Aunque eso no quiere decir que todas las adolescencias pasen por ahí. Eso solo quiere decir que, si no estamos atentas y acompañamos bien a nuestras adolescentes, los riesgos a los que se exponen son muchos.

Es inevitable que durante esta etapa de la vida las adolescentes prueben y experimenten. Esto forma parte del correcto desarrollo de su cerebro. Lo necesitan. Es natural. Pero la experimentación no está reñida con nuestra capacidad de acompañarlas para minimizar las consecuencias negativas de los riesgos a los que se exponen.

Podemos facilitar que experimenten, que busquen, de una forma lo más segura posible. Podemos estar al corriente de sus actividades arriesgadas. Podemos estar ahí para ellas cuando necesiten resolver sus dudas en relación con muchas de esas actividades. Podemos darles apoyo si sus decisiones no tienen consecuencias favorables. Y todo eso, sin culpas ni dramas, con responsabilidad.

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